Buenas vibraciones.
El pasado 24 de mayo en el Diobar y el pasado 2 de junio en la Milonga Notariat, ambos de Barcelona, se presentó el grupo Amores Tangos, jugando ya un poco de locales porque no es la primera vez que se presentan en esta ciudad y ya tienen su público; ocasión que aproveché para conversar con el líder del grupo, José Teixidó, del devenir musical del grupo y sobre cómo se fue construyendo un estilo musical y un público en la búsqueda de cierta “frecuencia vibratoria”…
Buenos días José, llevas ya un tiempo por Europa, de gira ¿Cómo han ido las cosas?
Bueno, yo personalmente llegué un poco antes que el resto del grupo porque se estrenaba un ballet con música mía en Mallorca, y quizás me quede un poco más para volver a Mallorca, porque ahora se está haciendo el video, y se está haciendo todo el laburo para vender el espectáculo y que el año que viene, en el 2020, salgan de gira por Europa; y, si se puede, tocar con la orquesta. ¡Sería un golazo!
¿Qué tipo de música tiene el ballet? ¿Tango también?
Como la de Amores Tangos, pero para un ballet que mezcla danza clásica, contemporánea y tango. Lo hice para una coreógrafa mallorquina que se llama Laura Macías Martínez, que después que vivió mucho en Alemania y en Londres, ahora tiene su compañía en Mallorca. Ella nos conoció en una gira en 2016 y desde entonces hablábamos de que un día quería hacer un espectáculo con nosotros o nuestra música. Primero le di la música para una versión suya de El Principito, hasta que, hace un año empezamos en este proyecto que grabamos todos los músicos de Amores Tangos más una orquesta de cuerdas y que finalmente se estrenó el 28 de abril. ¡Impresionante!
¿Cómo se llama el ballet?
“Tango Woman Ballet.” Es la historia de una mujer, muy vinculada con la problemática de la mujer actual. Es un ballet que tiene que ver con eso: el rol de la mujer en la sociedad, y cómo viene cambiando, la lucha por la igualdad, el conflicto de la maternidad con el desarrollo profesional, la libertad, cómo es vista la libertad hoy. Todo eso. ¡A mí me encantó! ¡Está buenísimo!
Y para vos como músico debe ser impresionante la posibilidad de componer un ballet entero
Tal cual, entero, 70 minutos de música. ¡Impresionante! Sí, sí, realmente.
¡Cuántos viajes desde que empezaron! ¿No? Cada una de estas experiencias es como un viaje: Conquistar la escena porteña del tango, viniendo de Mar del Plata. Luego, las giras por el exterior, Europa. Y ahora, todo un ballet. ¿Cuál fue más movilizante?
A ver yo de Mar del Plata me fui muy joven. Terminé la escuela y me fui.
¿Te sentís más porteño que de Mar del Plata?
Y… no sé. A ver, en algunas cosas sí y en otras no. No soy porteño por más que ame a Buenos Aires. Y no lo soy porque me crié en otro lugar. Y en otras cosas sí, ya soy de Buenos Aires. Yo estudié en Mar del Plata de chico, pero mi formación musical la hice en Buenos Aires.
Y con el resto de los miembros ¿Se conocieron haciendo tango o haciendo otras músicas y el tango vino después?
El resto de los chicos del grupo son todos de Buenos Aires. Con Nico Perrone que fue con quien empezamos el grupo nos conocimos tocando tango. Yo había empezado a laburar en una casa de tango en el Paseo de la Plaza -en “Chiquilín Tango”-; y ocurrió que en un momento se armó un espectáculo y yo necesitaba un bandoneonista y la organizadora me contactó con Nico. Tenía 17 años. Bueno, ahí arrancamos, hace 14 años. Empezamos a tocar juntos ahí y después él se sumó con muchos cantantes de tango que yo acompañaba. Y un día decidimos tener una banda. Veníamos hablando que queríamos tener una banda para tocar lo que teníamos ganas… y empezamos.
¿Ya estaban componiendo, ya tenían composiciones propias ustedes o empezaron a componer como grupo?
No. De hecho, las composiciones en la mayoría son mías, pero en ese momento había muy pocas, yo tenía dos composiciones nada más. Pero, bueno, juntarse a tocar, armar un grupo son una excusa también para empezar. Digamos: yo quería tener un grupo, tenía algunos temas que tenía ganas de tocarlos, y a su vez en ese momento yo fui papá y ahí fue como que realmente empecé a componer. Hasta ahí yo componía muy poco. Y, me transformé en padre y me transformé en compositor. Fue impresionante, pero fue así.
Hace dos años, en el show que hicieron en Barcelona, recuerdo que explicabas por qué había no sólo milongas en vuestro repertorio, sino también candombe, murga y otros ritmos, todos entroncados por una raíz musical común, los ritmos africanos. Te pregunto entonces ¿cuál fue el devenir que hizo que incluyó en el repertorio del grupo la música balcánica?
La música balcánica que hemos tocado son tangos. Hay como una célula ahí, que también tiene que ver un poco con la Habanera, que yo creo que se desarrolló en distintos lugares: en Argentina y Uruguay, en el Río de la Plata, se desarrolló muchísimo. Pero eso de que lo de Finlandia no es tango, es una cosa infantil. Es como decir: mi pelota es más linda que la del vecino. Y la música balcánica es impresionante y hay compositores buenísimos. Goran Bregovic, es un compositor de primer nivel. És el compositor de esa canción que se llama “Ausencia” (incluida en el primer disco del Grupo, titulado “Orquesta de Carnaval”) que es una belleza. Gracias tendríamos que dar que la emparenten con el tango.
A ustedes se les atribuye -o esto es lo que se repite en todas las notas que le hacen-, qué quieren desmitificar esa cosa del tango triste y que quieren mostrar que también tiene un espíritu lúdico. Sin embargo, de lo que vos me venís contando y lo que yo en algún momento he leído, deduzco que el estilo que tienen fue algo que fueron encontrando, no fue algo premeditado, no parece haber tal pretensión de “desmitificar” nada, sino que fue un estilo que fueron logrando ¿Cómo fue, entonces, que se perfiló ese estilo? ¿En base a lo que le gustaba a la gente o a lo que les gustaba a ustedes, o lo que les gustaba a ambos?
Mirá, yo creo que ese estilo, se empieza a armar cuando nosotros empezamos a buscar la música que queríamos tocar. A mí me daba la sensación de que yo quería tocar “esa” (con énfasis) música; pero no porque fuera divertida o porque fuera en contra de la cosa melancólica del tango. Y cuando elegís, sí o sí tomás partido.
Lacan decía que la decisión, la elección en este caso, es un acto… ¿Y por qué esa música y no otra? ¿Qué te atraía en particular de esa música?
Porque hay una cosa, como una frecuencia vibratoria, o como algo que yo encontraba que no sé muy bien cómo explicar que por ejemplo me llevó a buscar esos tangos balcánicos. Son cosas que escuchaba de pibe y que siempre cuando las escuchaba decía: “el día que tenga un grupo quiero tocar esta”. ¡Qué sé yo! Por ejemplo, yo escuchaba a Kusturica y cuando empecé a entender musicalmente que eso se podía vincular con el tango, o que tenía que ver con el tango, más ganas me dieron de tocarlo.
Además, tampoco es cierto que ustedes tengan un estilo que sea sólo lúdico. “Tormentosa” se me ocurre cualquier cosa, menos lúdica (incluido en el segundo CD, habla de la llegada a puerto seguro tras atravesar una tormentosa noche en una relación) Y también tocan tangos clásicos como Nada, que tampoco es lúdico ¿Cuál es el sello, el estilo, de Amores Tangos, entonces?
No, Claro. Mirá, creo que el sello, la impronta, a esta altura, es una manera de interpretar la música. O sea, nosotros podemos tocar un tema nuestro, muy alegre, o podemos tocar “Nada”, que es un tango clásico y que no es alegre; pero hay una impronta, hay un enfoque interpretativo en común que tiene que ver con una búsqueda que pretende apuntar, desde la interpretación, a destacar ciertas emociones, a profundizar por cierto lugar dentro de la obra y no por otro; porque uno como intérprete también toma siempre partido y elige resaltar algo y dejar de lado otras cosas. Entonces, nuestra versión de “Nada” o nuestra versión de “Vuelvo al Sur” resalta algo … Y eso tiene que ver con el arreglo, con la elección de quién lo canta…
Ustedes tienen muchas colaboraciones con grandes cantores que son simplemente perfectas No se me ocurre otra voz que la de Limón García, rota quebrada, para cantar “Tormentosa. O cómo la de Cucuza, tan íntima y a la vez alegre que parece ilusionarse, para cantar “Deshojando Margaritas”. O la de Osvaldo Peredo, para cantar una canción costumbrista como “Los cosos de al lao”. Entonces. ¿Cómo sucede esa elección de intérpretes? ¿Ustedes tienen la canción y piensan quién la puede interpretar mejor o conocen a un cantor con quien mantienen el deseo de colaborar hasta que aparece una canción que le pueden ofrecer?
A ver …, un poco y un poco. Por ejemplo, yo a Osvaldo lo conozco hace más de veinte años, es el primero que conocí de todo el mundo de Amores Tangos. Lo empecé a acompañar en El Boliche de Roberto, en el 97 (con énfasis). Entonces, también yo pensaba, porque habíamos pasado tantas noches ahí: “el día que yo tenga un grupo yo quiero que Osvaldo cante.” Entonces apareció el tango “Marioneta” del primer disco, y después “Los cosos de al lao,” que es un tango que yo tocaba con un grupo de Mar del Plata que se llamaba “Hombres de Tango”, y ya pensaba: “esto es para Osvaldo”. Cuándo podemos los hacemos con ellos en vivo -la mayoría de los tangos los hemos hecho con todos en vivo, o con casi todos-, pero a veces no tenemos la posibilidad de que estén todos. A veces viene sólo el Negro Falótico, y entonces el Negro Falótico canta “Los cosos de al lao,” “Deshojando Margaritas” “Vuelvo al Sur”… Y a veces viene Limón y pasa lo mismo, o con Cucuza. Pero, por encima de todo, yo creo que lo lindo de todo eso es que nos enriquecemos mutuamente. Sí, yo siento que los cantores, y las cantantes, le han aportado a Amores Tango toneladas de arte.
Es que son versiones muy logradas las que tienen en colaboración con otros artistas. No porque no me gusten las de ustedes, pero esas son buenísimas.
¡Es que son las nuestras! O sea, no es que “también” son las nuestras, sino que “son” las nuestras, porque el Negro Falótico no canta como canta con nosotros y Osvaldo tampoco. Esas son las versiones hechas entre ambos, entre ellos y nosotros. Eso es lo que lo hace tan rico, no podría ser de otra manera. La versión nuestra de “Los cosos de al lao” es la versión con Osvaldo. Osvaldo cantando “Los cosos de al lao” con otro grupo no sonaría igual y nosotros no sonaríamos igual con otro cantante. De hecho, no sonamos igual con otro cantante. Lo mismo ocurre con “Vuelvo al Sur”. “Vuelvo al Sur lo han cantado muchos cantantes con nosotros y tenemos versiones muy buenas, pero la que tenemos con el Negro Falótico …. ¡te vuela la cabeza! A nosotros nos vuela la cabeza ahí arriba del escenario (entre risas y con énfasis).
Y “Tormentosa” con Limón García, ¡es perfecta!
Bueno, mirá, cuando yo compuse ese tema, automáticamente dije: “Este tema es para Limón.” Lo llamé por teléfono le dije: Limón, tengo un tema para que cantes. Recién nos conocíamos. Y me fui a su casa, le toqué el tema con la guitarra y al Chabón le encantó. Pero yo ya había dicho de entrada: “Esto es para que lo cante Limón.”
Ustedes tienen público de tango y público que no es de tango y que se copa totalmente y termina cantando tangos. ¿Por dónde va entonces esta frecuencia vibratoria? ¿Les preocupa incluirlos a todos, a los que no son del tango también? ¿O ustedes componen según lo que les gusta a ustedes y ven después qué pasa con el público, quién se suma y quién no?
A ver, es como un cumpleaños, una fiesta. Vos tenés un cumpleaños e invitas a 20 amigos y hay 5 vegetarianos. Si vos hacés asado, de carne y hueso, ¿para que los invitaste? Entonces esto es un poco lo mismo. O sea, nosotros no somos un grupo estrictamente de tango, ni estrictamente de “no” tango. Entonces yo creo que lo que vamos encontrando en el camino son personas que vibran en la misma frecuencia. A un tanguero acérrimo o una tanguera acérrima, ultra tanguera, no sé si le va a gustar un show nuestro… No lo sé. O quizás se la termina pasando súper bien porque en general la gente la pasa bien: los tangueros la pasan bien porque hay repertorio de tango, versionado, pero hay; y la gente no tanguera que no está vinculada con el tango, también la pasa bien y escucha tango. Pero cuando lo digo pienso: ¡qué absurdo definir un público según sea tanguero o no tanguero! Yo cuando voy a ver a Paul McCartney no pienso si soy Beatlero o no Beatlero, o si el tipo que está al lado mío es Beatlero o no Beatlero.
Sí, es cierto, pero en el mundo del tango hay mucho de estas antinomias.
Sí, pero es rarísimo. Si te ponés a pensar es como decir: yo soy Mozartero, clasiquero… Yo voy a ver un concierto de la sinfónica tocando Mozart, me conmueve, ¡buenísimo!, no me conmueve, buenísimo también. Pero en el tango tenemos estas “particularidades” … (riendo).
Sí, que sí es clásico o no clásico … así se la hicimos a Piazzolla con que no era tango…
Claro, eso también. Pero esas son cosas que, si uno se pone a pensar en la historia de la Música, son absurdas. No sé a ciencia cierta cuántos miles de años lleva la música formando parte de la vida del ser humano, desde el primer rito de un tambor o que alguien cantó a la actualidad no sé cuántos miles de años pasaron… ¿Serán cincuenta mil años? Desde esa perspectiva discutir si un compositor es tango o no tango, es absurdo, es tan (con énfasis) absurdo. Es increíble…
De todas maneras, cuando ustedes empezaron, el tango los atravesaba. De hecho, todavía los atraviesa … siempre hay algún bandoneón que se escucha, de alguna manera el tango está siempre presente en vuestras composiciones. ¡Por algo se llaman “Amores Tangos”!
Claro, exactamente. Pero es yo creo que lo lindo de eso es lo folclórico, el valor folclórico. El tango es una música folclórica, como cualquier otra, y ese es su valor. O sea, que tiene que ver con el Río de la Plata, con una región del mundo, así como el flamenco, la samba, o la música peruana. Y eso es algo maravilloso, que a nosotros (Amores Tangos) es lo que creo que más esencialmente nos representa, por qué somos de ahí, no somos de otro lado. Podemos después fusionar, combinar, mezclar, pero nosotros somos de ahí y a mí me enorgullece que mi música se perciba como que yo soy de ese lugar del mundo. Ahora, de esas otras discusiones hace tiempo que me alejé.
Pero, las conocés, sabés que existen esas polémicas y en concreto respecto al tipo de música que ustedes hacen, por eso te hago estas preguntas.
Sí claro, pero cada vez me alejo más de ese punto y cada vez más absurdo lo percibo. Y también más lejos de Buenos Aires estoy, como ahora que estoy en Barcelona, más absurdo aún lo percibo. Por ejemplo, ahora fuimos a tocar un concierto a una localidad muy chiquita en Alemania y había 80 personas en un salón sentadas escuchando el concierto de Amores Tangos. Y lo que se produce en un caso como ese, que tiene que ver con la música, es algo maravilloso. Es algo que nos reúne, la música nos reúne a estos 80 alemanes y a nosotros 4 que llegamos hasta ese pueblito a hacer esta reunión a través de la música. Y es… (piensa un momento) es mágico. Es mágico y excede totalmente si el tango se compuso en Uruguay o en Argentina o en Finlandia o en Serbia o si Gardel era francés o uruguayo. Por eso nosotros tocamos tangos tradicionales, tangos nuevos, tangos de Piazzolla, y tocamos cumbia también.
Siempre hay un tronco común folclórico entendido también como lo popular, del pueblo; es decir, la música con la que la gente se expresa. Con lo cual cuando ustedes fusionan, fusionan hacia ahí, hacia ese tronco común, buscando en otras músicas populares, entiendo.
Y, en general sí. Sí, porque también nosotros somos, músicos de formación popular. Ninguno viene de una cosa académica. Y además que ahí encontramos mucho desarrollo, entre todos los ritmos del Río de La Plata, los ritmos del Río de La Plata con los ritmos de Brasil, los ritmos de tangos del Río de La Plata con los tangos de Europa, el Río de La Plata inserto en Sudamérica. Si uno mira el conjunto, si lo ve (con énfasis), uno puede ir expandiendo el límite. Para ver el conjunto uno se tiene que ver parte del conjunto. Si uno se cree que es único y que el tango es la mejor música del mundo, nunca va a poder tocar un chorinho con el respeto y el amor que se merece. Para poder ver el conjunto hay que verse a uno adentro, como par del otro.
Y, ¿se han planteado colaboraciones con músicos de fuera? De Brasil, por ejemplo.
Sí, por ejemplo, en el último disco grabamos con Marta Gómez, que es colombiana y vive acá en Barcelona, una zamba. Ella conoce mucho de música y ha cantado mucho folclore argentino y es una genia total. Y ahora que vamos a Valencia vamos a grabar un poquito con Olga Román, que es española. Nos encantan ese tipo de colaboraciones. Creo que a medida que la gira vaya prosperando, vamos a tener más.
El futuro está abierto entonces para Amores Tangos ¿Cabe el rock, o el rock sería demasiado?
Bueno, mirá, en el último show de Mar del Plata vino a cantar Pepo San Martín que es cantante de una banda de rock, de “Científicos del palo”, y yo compuse una canción que tiene cierta reminiscencia rockera y la tocamos en el recital. La tocamos varias veces ya y funciona. A ver, tal vez, no es una canción para hacer en un lugar donde no entiendan el castellano, porque la letra tiene un contenido, narra una historia que transcurre en un contexto que hay que explicar. A alguna gente le gustará a otra no, pero es orgánica en el repertorio.
Cuando vienen a tocar a Europa, ¿Con qué público se encuentran? ¿Es un público que ya los conoce o que no los conoce, pero le gusta la música en general?
Acá tenemos distintas facetas del grupo. Hay una faceta que es muy parecida a la de Buenos Aires, que son las ciudades a las que venimos otras veces, como cuando vamos a tocar a Mar del Plata, a Rosario o a Córdoba, y que son Valencia, Nápoles, y Barcelona que está empezando a serlo. Se trata de un público que conoce las canciones o gente que viene porque se corre la bola de “vienen los chicos”. A Valencia fuimos a tocar ya cuatro veces y nos fue muy bien, Nápoles fue increíble; y con respecto al show de mañana en Barcelona yo tengo mucha expectativa de que va a estar muy lindo. Y en Alemania también hay varios lugares a los que hemos ido varias veces ya. Y, por otro lado, hay toda una faceta milonguera, en la que vamos a festivales -hemos ido a varios festivales milongueros gigantes, que fueron un éxito total para nosotros-; y después a milongas. Hay milongas muy lindas, con muy buena onda, que se copan con la propuesta nuestra que es una propuesta no tradicional, diferente, y eso nos gusta.
¿Hay algo que quieran hacer que esté pendiente de hacer todavía?
A mí me gustaría lograr hacer en Europa más colaboraciones con artistas locales, con orquestas de cuerdas, con bandas sinfónicas. Va a llevar un poquito de tiempo, pero lo vamos a hacer.
Buenas José, gracias por todo.
José Teixidó nos explica cómo el devenir musical de Amores Tangos va armándose en la búsqueda de una “frecuencia vibratoria”, que sería un estado que provoca una melodía y que los músicos plasman a través de su forma de interpretarla. En este sentido, el estilo musical sería el resultado de una serie de elecciones porque, como bien explica José Teixidó, el artista toma siempre partido eligiendo resaltar algo y dejar de lado otras cosas. Por añadidura su público se va conformado por aquellos que vibran con esa frecuencia.
Podríamos pensar entonces el estilo del artista como aquellos matices que le imprime a su obra inspirado por lo que al artista le afecta o emociona, instándole a desplegar eso afectado en arte. Por tanto, sería una elección que pone en juego lo íntimo del artista que éste expresa de una manera singular.
Otra forma de pensar el estilo es aquella propuesta por Lacan cuando elige para la obertura de sus Escritos, la cita de Georges-Louis Leclerc, conde de Bufón, “El estilo es el hombre mismo.” ¿Por qué “elige” esa frase? ¿Qué quiere decirnos con esa frase? Lo responde al final de esa obertura cuando dice: “Es el objeto quien responde a la pregunta sobre el estilo… Del itinerario del que estos escritos son jalones y del estilo determinado por aquellos a los que se dirigieron, quisiéramos llevar al lector a una consecuencia en la que le sea preciso poner de su parte.”
El objeto de arte, como objeto desprendido y que da forma a un vacío en el sujeto en el que pueden anidar tanto su deseo como aquello en lo que se precipita, captura una vibración que emana de ese vacío y que trae ecos de su deseo, pero también de su dolor. La forma bella que toma ese vacío puede hacer signo y señuelo para quien la contempla o la escucha, dejando que algo de su propio vacío se con-mueva o se e-mocione, y así quizás “movilizar” algo en su interior. En este sentido decir “el estilo es el hombre” es decir que el estilo es lo humano, aquello de lo humano que queda capturado en la obra y desde allí vibra haciendo conmover lo humano en otros. Por eso la obra le lleva al lector, al espectador, o al oyente, a poner de su parte, porque esa conmoción puede impulsarle a hacer una apuesta. Una apuesto por lo vivo, por “ganarse la vida”, que se orienta por las vibraciones del deseo de saber de lo verdadero de sí, perdiendo a cambio la búsqueda de una satisfacción inmediata que sólo resulta en mortificación.
El estilo es entonces lo que resulta de una trama de desprendimientos de lo verdadero de sí que puede armar lazo con otros que encuentran a su vez algo verdadero para sí en esas obras, algo que los hace vibrar en la misma “frecuencia vibratoria,” como decía José Teixidó.
Se va armando así un estilo que conforma a la vez a la obra y a su público. Contraponer a eso lo falso de discursos que definirían qué pertenece o no a un género musical, no sólo es absurdo como dice José Teixidó, sino que sería una insensatez, porque sería perder-se la posibilidad de una vivencia sensible que pueda conmover el propio mundo íntimo y ver qué lleva eso a desplegar de cada uno.