En una versión libre de la obra de Florencio Sánchez, “El Pasado”, “Trastorno” de Pompeyo Audivert actualiza la discusión sobre el eterno conflicto entre oligarquía y clase trabajadora en lo que resulta una reflexión muy apropiada para la época. Sin embargo, esa descripción de la obra resulta escasa para la riqueza de su texto, en el que emerge con mucha fuerza un tema mucho más cardinal: lo siniestro en lo maternante.
Pompeyo Audivert encarna a una madre que no se priva de nada a la hora de ocultar un pasado que la avergüenza, ni siquiera sacrificar a sus propios hijos. La obra original de Florencio Sánchez se llamaba justamente “El Pasado”. Sin embargo, Pompeyo Audivert eligió llamarla en su versión libre, “Trastorno”, en alusión a lo que altera la esencia de una cosa, en tanto ese secreto puede trastocar la estructura familiar y con ella la de una sociedad en la que esta familia es referente.
Sin embargo, limitarnos a hacer una lectura de la obra como crítica social es no apreciarla por completo en la riqueza de matices de su texto. La obra no sólo trata de lo que altera la estructura, sino que se adentra en aquello que la corrompe desde sus cimientos. A modo de un subtexto, desde la corporalidad, Pompeyo Audivert trasmite algo de la sinuosidad de una madre manipuladora en su andar; así como de lo que hace estrago, en tanto muestra su omnipotencia apareciendo enorme en escena ante sus vulnerables hijos. “Sinuosa” y omnipotente esa madre a la que da vida Pompeyo Audivert remite de algún modo a la escultura Louise Bourgeois, “Maman”: una araña gigantesca de aspecto tétrico. Al igual que esta “mamá”, aquella parece representar algo de lo siniestro en lo que se teje desde lo maternante (no exclusivo de las mamás, sino de aquellos de los que se depende). Eso “inquietantemente extraño” que aparece en lo que debiera dar vida y habilitar para tener una vida, porque en lugar de una trama en la que los hijos puedan sostenerse, tomar la punta del hilo y desplegar el ovillo, “hay tejes y manejes” por parte de ese otro del cual dependen por una extrema vulnerabilidad al nacer. Habla así la obra de manipulación y dependencia, vulnerabilidad y abuso del poder, acercándonos entonces una reflexión muy necesaria en los tiempos que corren.
Acompañan a Audivert, Julieta Carrera, Juan Manuel Correa, Pablo Diaz, Fernando Claudio Khabie, Fernando Naval, Ivana Zacharski, en un elenco muy equilibrado en el que todos los personajes en algún momento de la historia se baten a duelo con esa dama de la “alta” sociedad. Vemos así a cada uno de los actores mostrar los matices de la vulnerabilidad que esa dama provoca, hasta que ella se ve confrontada a enfrentar su propia inconsistencia entre lo aparente y lo verdadero de sí.
Sarcástica e inquietante, esta obra es una ventana abierta a la multiplicidad de sentidos que el buen teatro siempre propicia.