A días de su show en el Centro Cultural de la Cooperación, y tras dos exitosas funciones en Uruguay, Lilí Gardés, cantante y compositora de tango líder del trío que lleva su nombre, habló en exclusiva con El Inconsciente sobre su historia musical, su pasión por el tango, sus dos discos, su vocación por el arte y sus proyectos futuros.
Lili, ¿Cómo fue tu infancia con relación a la música?
Desde muy chica empecé a estudiar guitarra con una profesora del barrio y entré en el coro del colegio. Fui a una excelente escuela del Estado que le daba mucha importancia a la música. Le debo muchas cosas a esa escuela, porque tuve maestros que me dieron herramientas y me estimularon a escribir, a cantar y a estudiar música, además de aprender las materias tradicionales.
Tengo recuerdos del jardín de infantes cuando la maestra nos cantaba la “Canción de tomar el té” de María Elena Walsh mientras nos servía mate cocido. Lo gracioso es que a los cinco años me parecía una contradicción. Recuerdo que miraba a todos mis compañeritos y me decía: “¿no se dan cuenta de que no es té?”. Eso fue antes de entrar en el mundo de las metáforas. Siempre me maravillaron las letras y las melodías de las canciones, y María Elena Walsh me hizo descubrir un mundo sorprendente.
¿Cómo surgieron tus deseos de cantar?
Desde muy chica empecé a cantar tangos imitando a mi mamá, y después en el coro del colegio, pero no fue sino hasta los veintipico que empecé a estudiar canto, y sigo entrenando, es algo de por vida. La voz proyecta nuestra identidad, nos permite expresarnos de una manera genuina, única. Cuando canto me siento libre y más yo que nunca.
¿Y tu familia te motivó?
Nací en una familia en donde se escuchaba mucha música. Mi papá escuchaba música clásica y jazz y mi mamá cantaba tangos y música litoraleña mientras hacía las cosas de la casa. No tengo ningún recuerdo de que me haya contado cuentos, pero para mí las canciones eran como cuentos. Tengo el vívido recuerdo de esas historias que ella interpretaba.
¿Había algo en vos que te hizo sentir el canto como tu arte?
Sí, un deseo de decir desde otro lugar. Empezó con la escritura cuando estaba en la escuela primaria. Cuando descubrí la metáfora y las figuras retóricas en general, encontré una forma poética de decir cosas que, de otra forma, no podía expresar. Encontré un lugar de trascendencia. Después ocurrió la síntesis en la letrística junto con el desarrollo musical.
¿Cuándo decidiste que te querías dedicar profesionalmente a la música?
No puedo hacer nada a medias. Cuando hago algo me involucro profundamente. Así que fue algo que se fue dando naturalmente a través del tiempo. Había estudiado música, después canto y un día tenía armado un repertorio con el que empecé a cantar en peñas. De ahí a pensar en tener un disco para hacer una presentación más formal pasó un tiempo, en donde también me di cuenta de que quería incursionar en la composición.
¿Por qué el tango?
Siempre digo que el tango no tuvo que esperarme. Lo llevo adentro desde que nací, ¡quizás mi mamá haya cantado durante todo el embarazo!. Siento que es una forma muy visceral de expresión. No es tibio. Y por eso para mí es un terreno apropiado para crear.
¿Cómo surge la necesidad de componer tus propias canciones y además de darle tu impronta y mezclar nuevos ritmos?
Para el primer disco compuse dos tangos, surgieron casi sin pensarlo, y le puse letra, además, a Libertango (con aprobación de los herederos de Piazzolla). Quería decir algo con mi propia voz, más allá de interpretar a los grandes poetas. Eso me llevó a participar como invitada en un festival de tango nuevo en la provincia de Córdoba, Argentina. Cuando estaba pisando el escenario de ese festival, interpretando uno de mis temas, me empecé a sentir plena y en ese mismo instante decidí que tenía que empezar a componer los temas de mi segundo disco.
Me encanta el tango clásico, pero como artista prefiero salirme de los márgenes. La fusión se da naturalmente porque tengo muchas influencias musicales y me gusta jugar con eso. Además, a medida que fui profesionalizándome y empecé a estar en el circuito tanguero, algo empezó a hacerme ruido. Especialmente los clichés y estereotipos tan instalados en el género, un “deber ser” que es incompatible con mi realización artística. No me identifico con los encasillamientos.
Ya tenés dos discos, ¿qué podemos encontrar en cada uno?
El primer disco se llama Uno y es un juego de palabras entre el nombre de cada tema (compuesto por una sola palabra), el tango Uno que pertenece al disco y el carácter de unicidad, que explica que cada suceso y ser es singular, único. Es una mirada existencialista, una revisión sobre nuestras vidas y una llamada de atención sobre lo que nos imponemos. Por eso Uno es el tema principal, y por eso compuse Zombi para este disco, que en una parte de su letra dice:
Quién te dijo que la vida es encajar
en la grilla premoldeada del azar.
Sos esclavo de tu gran itinerario,
como un zombi programado
para amar y confesar.
Alpiste es otro tango de mi autoría que habla sobre la historia argentina mezclada con la propia vida y las elecciones personales. La estrofa es así:
Dónde están las memorias
que recuerdan la historia,
dónde están…
Alguien dijo: “no existen”,
punto aparte y alpiste,
se perdió…
Se perdió… ya fue
Se perdió… tal vez
El día que dijiste: “para qué”.
Se perdió… no sé
Se perdió… quién es
Lo bueno conocido es mejor.
El segundo disco que estoy presentando se llama Acostumbrarse no es bueno y está compuesto en su mayoría por temas propios que fusionan tango, pop, ritmos latinos y bases electrónicas. Estos temas reflejan la sociedad actual, cómo se vive el amor y el desamor en estos tiempos, el lugar de la mujer, entre otras cosas. Acostumbrarse no es bueno es el corte de difusión que le da nombre al disco y para este tema se me ocurrió hacer un videoclip en donde la protagonista usa un vestido de novia hecho de papel higiénico. Se basa en la idea de la “seguridad”, de la “estabilidad” que tanto ansiamos. Me empecé a cuestionar esto, si en nombre de esa estabilidad no terminamos viviendo de forma automática.
Todo se vuelve a repetir, otro de los temas de este disco, habla sobre la idea de círculo vicioso en la que muchas veces nos encontramos:
Todo se vuelve a repetir
la misma historia, el mismo fin,
un dèja vu sin solución,
un eterno retorno.
Abrazame y bailemos es quizás la canción más vulnerable, que plantea un momento de oscuridad en la vida. Por eso pide el abrazo. El tango es ese abrazo que rescata a mucha gente de la soledad. No pidas perdón es un tema universal, que algunos lo pueden interpretar exclusivamente dedicado a la mujer, pero creo que todos nos podemos sentir identificados. Mis composiciones las pienso como una ventana abierta para que los demás vean a través de mí y por medio de la obra artística, se reconozcan, les resuenen, los emocionen y los motiven. Es una provocación que propone una mirada lateral sobre lo que estamos haciendo, para replantearnos si estamos donde queremos estar, si vamos adonde queremos ir.
¿Estás pensando en un nuevo material?
Sí, todavía no sé para dónde me encaminarán mis impulsos creativos, me dejo llevar. Al principio es un caos muy fragmentado de ideas, que en algún momento harán síntesis. Estoy en la etapa del caos.
¿Cuáles son tus proyectos futuros?
Viajar con mi música. Este año estuve en Uruguay participando en el Festival Tango Vivo y voy a comenzar el 2020 tocando en Brasil. Me encantaría ir a Europa, espero que se den las condiciones para tocar allá en muy poco tiempo.
¿Dónde te puede encontrar el lector de El Inconsciente?
En persona me pueden encontrar el miércoles 27 de noviembre a las 20:30 hs. en el Centro Cultural de la Cooperación, donde voy a dar el último show del año con mi trío, compuesto por Alan Puyol en piano y teclados y Lucas Mateo en bandoneón.
Gracias por esta entrevista.
Las entradas anticipadas están en Alternativa Teatral: http://bit.ly/tangovivo
En las redes me pueden encontrar en: