Dirección: Manuel Iedvabni- Pablo Flores Maini
Agamenón, primera pieza de la tríada de la clásica Orestíada, de Esquilo, escrita en el año 458 AC, llega al Teatro La Comedia con una magnífica adaptación de Ingrid Pelicori, que manifiesta, además, una investigación profunda sobre el texto.
La obra narra el regreso triunfal del Rey Agamenón luego de vencer en Troya, trayendo consigo como cautiva a la profetisa Casandra, quien le vaticinará las numerosas tragedias que le sucederán. Al rey lo recibe su esposa Clitemnestra, quien lejos de estar feliz por su regreso, está furiosa, dolida e indignada y planea asesinarlo en venganza por el sacrificio de Ifigenia, hija de ambos, para propiciar buenos vientos que ayuden a los barcos a aventurarse en los mares para triunfar sobre el enemigo.
Se trata de una pieza compleja, con un nivel de actualidad contundente, ya que los problemas de la humanidad son profundos, universales y atemporales, aunque se resignifiquen en cada contexto histórico. “Agamenón” está atravesada por diferentes temas que confluyen y se entraman casi paradojalmente: la vida y la muerte, la guerra y la paz, el poder y su aceptación, la esclavitud respecto de los mandatos, la venganza y el inefable Destino.
Esta versión, que cuenta con las brillantes actuaciones de Ingrid Pelicori en los papeles de Clitemnestra, Casandra y coro, y de Osmar Nuñez, como Agamenón, Egisto, Vigía, Mensajero, Corifeo y Coro, respeta en gran medida el texto clásico de Esquilo. La utilización de máscaras para realizar los distintos personajes y el coro proyectado en una pantalla, confieren a esta puesta solidez, vehemencia, contundencia dramática conmovedoras.
Cada detalle cuidado merece ser mencionado. El uso de la tecnología permitió armar un coro compuesto por ancianos, que son Pelicori y Núñez caracterizados, y con máscaras.
La obra no es sólo el texto en sí mismo sino además sus originales actuaciones, su adaptación, y cómo se lleva a cabo. En este punto, podría decir, que Agamenón es un homenaje no sólo al teatro griego, además le hace honor al teatro en general, con todo lo que esto supone. Moviliza y agita al público, anula la posibilidad de ser indiferente. Expresa con claridad y versatilidad una poética extraordinaria. Hay un antes y un después de esta obra, desde el momento en que se ingresa al teatro hasta el instante en que salimos de la sala.
Los actores, al final, en el escenario, hacen un llamado a la defensa del teatro como colectivo cultural y nosotros, el público, bien podríamos tener la función del coro: los testigos que anticipan y acompañan el destino. Tal vez el destino de nuestro teatro, nuestros actores para reivindicarlos.
Agamenón es mucho más que una excepcional obra de teatro: es una invitación a reflexionar sobre las pasiones humanas, el sentido de la vida y la muerte, el sacrificio, la venganza, el destino y su inexorabilidad, en éste tiempo social e histórico. Agamenón nos interpela, y nos llama a proponer la palabra y la defensa de irrestricta del arte
Ojalá que el próximo año, pueda estar en las salas.
¡Y que viva el Teatro!