No todo está perdido.
La fuente de la vida
sigue manando su agua.
La tarde de lluvia en el botánico
está ahí, húmeda y dulce
al cerrar los ojos.
El sol sigue brillando
en su pelo
mientras estamos
tendidos junto al río.
No hace falta recordar.
Las tardes de secretos
y poesía, perfumadas
y jóvenes siempre,
recorriendo Parque Lezama.
Todo en la punta
de los ojos,
en la corva
de las piernas,
al ras de la boca
y el silencio.
Shhh, shhh,
ahí está todo.
Última modificación: 9 de dic. de 2019