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El gran David – Por Fernando Matzkin

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La barra de amigos inseparables se conformaba con Mario, Chacho,  Roberto y Susana, “La Polaca “.
No sabíamos de Tecnologías,  solamente de los nuevos equipos de audio que salían de vez en cuando.
Los carritos con rulemanes mangueados al taller mecánico.
Los autitos preparados con masilla y cucharita en lugar de las ruedas delanteras.
La pista marcada con tiza recreaba los más famosos Autódromos.
El Campeón se ganaba una Coquita. Esas son algunas de las cosas que compartíamos y nos hacían felices.
Al crecer nuestros juegos cambiaron sin darnos cuenta.
Cambiamos la pista de Monza, por el truco, la Coquita por el feca y el pucho por nada.

Un nuevo integrante empezó a participar, David apodado  “El ruso“
Un tipazo, en todo sentido, por lo bueno de su alma y por su envergadura física.
Sus días pasan del trabajo a su  casa y de su casa al trabajo.
Melancólico, triste y enamoradizo, una trilogía poco creíble para un hombre de 1,95  y 140 Kg.
Todos sus amoríos terminaban mal, tan mal como sus elecciones.
Cada vez se enamoraba con más pasión y más desesperación.
Los viernes son días de truco en el club, nadie falta.
Todos preguntamos por el Ruso, todos callamos, sin respuesta alguna.

De  la puerta de su PH vimos salir una camilla tapada con una sábana a  una ambulancia.

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