
Fotos; @milwatts_audiovisual
El inconsciente se hizo presente en el Teatro Picadero para asistir a “Jauría” , obra de no ficción que documenta los testimonios del juicio al grupo denominado “la manada” acusados de violación en el año 2016 en Pamplona, hecho que conmocionó a toda España.
Siempre sostengo el concepto de que el buen arte incomoda.
Ese domingo gris apenas comienza la función se puede sentir la tensión e incomodidad cuando comienza el relato de una mujer abusada.
Avanzado el relato y la intervención de los acusados, y el movimiento amenazador de “animales al acecho” hacia una víctima solitaria e indefensa, se hace gráfico el nombre de Jauría.
Cinismo y risas. Relatos indiferentes a toda responsabilidad. Desentendimiento de culpas. Relativizando los hechos como método de defensa. Movimientos y posturas corporales hacen que odies a esta Jauría.
Los silencios son clave en esta representación, es un silencio ensordecedor y estresante. Somos espectadores en forma de espejo porque sentimos a la “presa” interpretada por Vanesa González en carne viva. La obra genera conciencia y empatía para con la damnificada creando una complicidad única. “Jauría” incomoda, inquieta, indigna y hasta angustia. Nos deja con ese silencio del inicio por toda la velada.
