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STEFANO – Dirección: Rubén Pires – Por Daniel Beniluz

Podríamos decir que “Stéfano” de Armando Discépolo quizá sea la obra cumbre de la historia del teatro argentino.

El director Rubén Pires vuelve a poner en escena el mundo de ese Buenos Aires de comienzos del siglo XX, con sus inmigrantes y sus sueños de una vida mejor y también sus penurias y dolores.

En Stéfano vemos el retrato de una vida signada por un sueño, quien sabe, desmedido de grandeza y sin aparentemente demasiado sustento desde el talento y las condiciones.

Stéfano es un inmigrante italiano, un músico que aspira fervientemente a escribir esa gran ópera que lo consagre a la fama.

Tiene un puesto de menor relevancia en una orquesta con el cual subsiste pero no alcanza a cubrir las necesidades básicas de su numerosa familia, a quienes embarcó en su gigantesca ilusión con la promesa de un futuro estelar que no llega.

Es “Stéfano” el máximo exponente del grotesco teatral. Con todas sus aristas nos coloca frente a una cuestión existencial.

Puede el arte ser sanador, salvador. Pueden el alma y el espíritu elevarse y trascender a través de su realización. Así es vivido el arte por Stéfano y por cualquier artista que se precie de serlo.

Ahora bien, ¿podría ser la falta de un talento especial un límite para transformar en arte aquello que llevamos dentro tan profunda y sentidamente? ¿Qué es lo que hace que un artista sea un artista? ¿La apreciación y la mirada satisfactoria y aprobadora de un otro o su vocación, su entrega apasionada por expresar su sentir, más allá de cualquier resultado, lo que lo convierte en un artista?

Cuando el reconocimiento no aparece y esto deviene en frustración, cuando eso que hacemos con el corazón en la mano no encaja con las demandas del sistema productivo, cuando el artista con todo su bagaje a cuestas no puede llevar el pan a la casa; de esto va la obra y va la vida de Stéfano. Esta es la madeja que nos propone desentrañar este clásico indispensable del teatro argentino.

Stéfano se encuentra enfrentado a un mundo que le dice que no necesita de su arte, de su supuesta genialidad, que todo su esfuerzo, preparación y dedicación es prescindible.

La cruda realidad va minando y esmerilando su mundo interior, el cual no llega a ver la luz, a aflorar y se ve atravesado por las peripecias de una vida cotidiana chata y un marco familiar asfixiante que conspira contra su creatividad.

Luis Longhi compone magistral y visceralmente a esta criatura de enorme e intrincada complejidad que es Stéfano, acompañado por un elenco muy solvente en el que se destaca Gonzalo Alvarez en el rol de Pastore, su discípulo; y bajo una impecable dirección de Rubén Pires, quien logra crear con sutileza los climas dramáticos apropiados y reflejar escenográfica y musicalmente la época y la historia.

Ficha Técnica:

Actúan: Luis Longhi, Maia Francia, Marito Falcón, Nico Cucaro, Elida Schinocca, Marcelo Bucossi, Gonzalo Alvarez y Lucía Palacios.

Asistente de Dirección: Sol Navas

Música original: Sergio Vainikoff

Dirección general: Rubén Pires

Una obra de Armando Discépolo

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