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CONVERSACIÓN CON RAFAEL CALOMINO – Autor y director de El campeón y las gallinas: «…el escritor se impone al psicoanalista» – Por Lic. Mariana Wassner

¿Cómo surge la idea de tu obra?

No es sencillo. Este escriba que construyó la obra y también la dirige se impone al psicoanalista. Tengo que ser honesto y espero que tendrán la templanza (la comprensión) de seguirme. Debo decir que, en este caso, la letra es condición de la dramaturgia y no de la narrativa. De esa forma el relato toma consistencia, vuelo, tiene nombre propio. 

El arte de esta obra, no anticipa, sino que provoca la vida; como un cachetazo, un grito deshumano que pide ser escuchado.

Amo esta obra porque toca mis mejores escenas. Esas donde el autor se sorprende, queda fascinado por la historia, se compromete, lucha y no se resiste, camina libre por los bordes, desea hasta lo imposible.

El Campeón y las Gallinas, está construida en cuatro actos de relojería dramática. Los tiempos se apuran y conviven bajo el velo de un gran telón de fondo transparente que anticipa las siluetas que, en cualquier momento, se volverán personajes que entran en acción (teniendo estatuto de sorpresa) y salen creando las escenas.

 Como una gran fragua semi fantasmal que masera el relato. Todo está ahí.

La acción se condensa y a veces atropella, al punto de tensar el alma de los espectadores; obligándolos a tocar a los personajes con el corazón abierto y a ser parte de la trama. También a prestarles la propia piel ante la injusticia, la violencia, la pobreza sin límite, el compromiso, la esperanza

En este sentido, y retomando esta posición de que el escriba y director se impone al psicoanalista, ¿cómo pensás el abordaje de historias de violencia, como la de Juan, que en esta obra se encara de modo directo, sin eufemismos?

Juan, el Campeón, viene de lo profundo de la selva y hoy está en la gran ciudad, internado, y debe ganar en la vida una pelea imposible. La violencia le gana las entrañas. “Gallina ¡Gallina!”, le grita a un mundo cobarde que lo desespera. Tiene la vida en un puño y, según palabras del doctor Novalis, es: “un “pobrecito” temible”. Hay un fuego que lo convoca, identifica, enloquece y le clausuran la palabra que no conoce. Lo traumático lo ahoga, es denso y oscuro como la misma selva; es un grito cerrado que no cesa

¡Pero no todo está perdido!. Cada personaje pondrá lo mejor de sí para que los espectros de pecados ajenos y la violencia que lo atraviesa no sean el nombre propio de su existencia. 

Debe lograrlo… darse cuenta que, con la metáfora de sus golpes, debe derribar a quien no quiere rendirse en él: un fantasma excesivo al que debe noquear una y otra vez… todas las veces que sea necesario”. Esa es su lucha

En este punto  ¿podríamos decir que hay una fuerte impronta política, que toma la salud mental en contexto de  pobreza?

La obra es un testimonio vivo sobre la fragilidad humana, lo inconcebible de la pobreza. Una interpelación sobre el compromiso con el otro, la violencia, el lugar límite de lo femenino, lo ominoso de la enfermedad mental y todo lo que representa nuestra posición ante las minorías y lo diferente. 

 Las temáticas se abren. Cada espectador hará carne en la posición que más lo conmueve, las preguntas que le inquieten y las reflexiones que pueda sostener.

 Volvemos al principio: la dramaturgia se impone a la narración y, en este caso, es el arte el que crea la vida.

Gracias por este reportaje sobre tu obra de teatro que nos permite contar con tu mirada.

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