
Hefesto fue nombrado por Zeus como dios del fuego, pero en esta obra, que en su gacetilla indica que el eje tomado para su realización es lo bello y lo feo teorizado por Friedrich Nietzsche en “El ocaso de los ídolos”. Parece evidente que la correspondencia de Hefesto es con la fealdad proverbial con la que suele representárselo: un hombre feo, sudoroso, desaliñado, trabajando en su fragua.
En la obra, el herrero está representado por el personaje “Él”, a cargo de Fernando Blanes, y emulado el sentido de la fealdad en el desaliño y frecuente exhibición de su torso, y quien recibe el magnífico collar hecho por él es una Hermione figurada por “Ella”, una Samira Murad que despliega un repertorio de clichés como guiño a la vanidad de los actores: canta, baila y se desplaza en la escena fluyendo en camisón y deshabillé como una diva en caída libre al olvido.

Ella y Él arman una telaraña a la espera de quien los sacará de ese estancamiento, de esa quietud, de esa fealdad. Esperan a alguien y ese alguien llega. Entonces comienza un crescendo de temor y sensualidad mezclados, en una pura esencia simbólica de Eros y Tánatos, de lo Bello y lo Feo, de lo Bueno y lo Malo, acrecentándose como una sombra en invierno.
Notable compromiso físico y dedicación actoral de Ariel Puente, en la piel del “Cadete”.

Teatro El Convento, Viernes 20 hs.