CUENTO

«AHÍ VA MIGUEL» Por Maxi Ciruzzi

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Ahí va Miguel. Enojado, rabioso, con ganas de matar a alguien de la furia que lleva dentro de su corazón. Su consciencia arremete como un tribunal de paz tratando de calmarlo indicándole que pare y que no haga algo de lo que más tarde pueda arrepentirse.

Ahí va, pateando las piedras del camino, embistiéndolas con furia, tratando de explotarlas y hacerlas sentir la fuerza de su corazón. Ahí va perdiéndolo todo sin importarle nada. Tanto dolor acumulado por todo su cuerpo lo hace sentir que por sus venas, corre un veneno caliente que rebalsa de su boca. Le arde el pecho, lo siente encendido, un volcán de insultos está a punto de estallar y no puede pararlo. Está muy enojado y angustiado.

¡Ahí va Miguelito!, que si bien es muy buenito, su rabia no le deja ver lo positivo de las cosas de la vida. A veces esta misma rabia es la que nos trae momentos amargos y no podemos entenderlos. Miguelito está tan mal, y a tal punto, que parece sentir que no tiene nada. Él realmente puede perderlo todo a raíz de su rabia y de su dolor. Este sentimiento a Miguel lo acompaña todo el tiempo, lo envuelve y no lo deja ser.

Ahí va Miguelito, el que tiene muchos amigos y siente que nadie lo entiende, pero no porque son malos amigos, sino por algo que le viene de lo más profundo de su ser, algo que Miguel no  puede soltar. Cree que tiene una enfermedad, alguna infección mental que se la pescó de los momentos malos que vivió. Miguelito está muy triste y cree que no puede curarse.

De pronto, un silencio invade el espacio. Alguien le habla a Miguel. 

– ¡Miguel!,  ¿Me escuchas? – 

El tiempo se detiene. El camino parece un cuadro pintado al óleo, las hojas que bailan con el viento al costado del camino no se mueven, el aire se interrumpe. Miguelito se detiene, cierra los ojos respira hondo, exhala y contesta.

  • Si te escucho.
  • Ya está Miguel, dejalo ir, no podemos hacer nada con lo que pasó. Solamente tienes que aprender a vivir con eso, con eso que alguna vez la vida te hizo enfrentar y que muy bien lo has hecho. Te has convertido en un héroe. Miguelito espera, sé que te duele, pero esta vez, te juro que esta vez… Déjalo ir. Saber que nada de lo que te pasó fue culpa tuya, es lo único que tienes que entender. Qué estamos siempre con vos y que todo lo que pasó, pasó a ser un mal recuerdo. Déjalo Miguel. Acá estamos.

Miguel paró, lloró y soltó…

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