Por Dra. Raquel Tesone
Fotos Gentileza: Tommy Pashkus Agencia
Dirección actoral: Emiliano Dionisi
Dirección musical: Martín Rodríguez
¿De quienes tendríamos que proteger a nuestros niños? ¿De los monstruos que pululan en la escuela, en la calle, en la sociedad, en el mundo o de los mismos “adultos responsables” que, se supone, están para protegerlos de los peligros del mundo? Este interrogante es el que plantea de manera descarnada hasta la lindar con la crueldad, al mismo tiempo, de forma “divertida”, ya que consigue momentos de mucho humor pasando a generar climas trágicómicos y dramáticos. La obra ofrece una respuesta certera a la pregunta que la motiva: los monstruos están dentro. Y en los momentos donde Claudio y de Sandra, un padre y una madre de nuestros tiempos, sueltan ese monstruo interno, el público suelta carcajadas que parecen confirmar su sentimiento de identificación con diversas situaciones y escenas cotidianas de los padres con sus hijos.
Estos padres, por momentos, monstruosos, siniestros y hasta perversos, tienen hijos que presentan su “denuncia” a través de los problemas de conducta o de aprendizaje en la escuela. Esos niños hacen síntomas acallando lo que podría avergonzar a sus padres que pretenden niños perfectos casi robóticos que cumplan con sus expectativas sin traer más carga a sus vidas.
El guión de cada escena es impecable en cuanto a que produce una espontánea identificación de ciertas situaciones cotidianas y límites, que pueden ocurrir a cualquier madre o padre, siendo este uno de los motores de la obra, ya que logra interpelar y calar hondo en los espectadores.
¿Qué es el amor paternal o maternal? ¿Se aprende sobre la marcha? ¿Qué mensajes se vehiculizan a un hijo en nombre del amor? ¿Cuánto de ese amor (que no paga Afip pero se factura). es una herramienta de culpabilización y manipulación de los padres con sus hijos? ¿Cuántos deseos, pero también las propias frustraciones son trasmitidas a los hijos? ¿Cómo opera la sociedad de consumo entre los padres e hijos? ¿Cómo son usados los objetos de consumo como premio o castigo, incentivando aún más un consumismo que engendra un círculo de insatisfacción (porque no reemplaza la carencia afectiva)? Seguramente, me quedo corta con las preguntas, porque la puesta en cuestionamiento es muy fina y promueve un planteamiento profundo respecto a las bases que sostienen los valores de la paternidad y la maternidad en el ser humano. Esta interpelación aguda y esos diálogos (o monólogos) de una sutileza que transmite significados, es lo que más impacta de la obra hasta su final. En la escena final, ese despliegue que mantenía la tensión y que hubiera producido que los espectadores puedan salir con más preguntas que respuestas, se abrochan los sentidos. Al intentar dar un cierre a la pieza teatral, el final resuelve de manera lineal lo que se había abierto como cuestionamiento, y nos deja un mensaje que clausura algunos de los interrogantes. El final apunta a advertir sobre la causa / efecto de las conductas de los padres patologizando al extremo. Es decir, lo que ya era maltrato psicólogico larvado pero muy efectivo, se torna en violencia doméstica, lo cual resulta, a mi criterio, innecesario, porque rompe con la identificación lograda en los espectadores- “Yo le grito de vez en cuando a mi hijo, porque parece un idiota que no entiende nada, pero nunca le levanté la mano”, esto anula un planteo más fino: es que acaso, lo que se dice con las palabras ¿no duele?, ¿podemos ser impunes a los mensajes que sabemos, forman mentalidades matrizando el psiquismo de los niños?
Un final abierto que no otorgue sentidos, ni ofrezca servida en bandeja una fórmula simplista causal (si un padre es exigente e incentiva a que su hijo se defienda, seguramente es un violento), hubiese sido mucho más interesante. El psiquismo humano tiene una complejidad tal que estas conclusiones no dejan lugar a el abanico de posibles que se abre frente a la historia de cada padre o madre, a las repeticiones de la novela familiar de cada uno y hace ruptura con las aristas más finas de los personajes, sus contradicciones, sus ambivalencias y sus miserias personales.
Elegido con justicia entre otros 10 proyectos de la Bienal de Arte Joven Buenos Aires 2015 como musical, esta obra se sostiene con una profunda composición de sus personajes que hace que la actuación sea totalmente creíble, y la banda musical que acompaña las canciones de manera armónica y maravillosa, destaca aún más las actuaciones.
Una obra que nos reenvía a adentrarnos en nuestra zona más oscura: nuestros propios monstruos.
Sin duda, el monstruo está dentro. Pero, ¿qué hacemos los seres humanos con ese monstruo? ¿Lo reconocemos, lo aceptamos, lo analizamos, lo repensamos? ¿O lo proyectamos en los otros, lo inoculamos y lo dejamos suelto con total impunidad criando (y creando) futuros monstruos?
Teatro Picadero.
¿Donde y como puedo conseguir el guion teatral?
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Hace contacto por instagram con el director ellos suelen responder
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Pregunta a su autor por Instagram, en general , te respondeb
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