Textos: Daniel Veronese / Griselda Gambaro / Lucía Laragione
Dirección: Santiago Doria
Por Dra. Raquel Tesone
Fotos: Russarabian
Ir al teatro sabiendo que vamos a disfrutar de la obra realizada por un gran director, como el Maestro Santiago Doria, es desde ya, garantía de calidad. Si a esto le sumamos tres textos de dramaturgos de primer nivel y además, una actriz cuya versatilidad es impresionante, Alejandra Copa, obtenemos un combo formidable.
Si bien son tres monólogos distintos, el denominador común reside en el abanico de emociones que trasuntan los personajes. “El nombre” de Gambaro, habla de la falta de identidad de una empleada doméstica quién se transforma en un ente al servicio de las necesidades de cada patrón. No importa su nombre, sino que cuide de un niño que no es suyo, con el que no debe encariñarse porque un día, ella partirá, o de una vieja maltratadora que un día morirá. Es la excusa para efectuar una crítica social más abarcativa que contempla la división de clases en las que algunos no tienen nombre ya que son uno más, seres reemplazables y descartables, y otros se sienten con el poder anular su identidad. En “Luisa” de Daniel Veronese, se trabaja el tema de la soledad, de la relación imaginaria con un muerto, de la muerte en vida; ese monólogo es un diálogo mental con una madre muerta, y con un hombre que abandona a su mujer que vive de la espera perpetua. Veronese conmueve con un lenguaje simple, campechano y pueblerino, sin vueltas, carente de retórica, y que llega directo al corazón. “El silencio de las tortugas” de Laragione, se interna en el sufrimiento de una mujer con su marido y en el rencor que desata inesperadas venganzas frente a los engaños padecidos en la relación. Es un relato cáustico con carga dramática y con sentido del humor revulsivo lindante con el humor negro.
Con una puesta en escena grotowskiana – sin escenario, y con un espacio escénico delimitado por las butacas, un espejo y un banco de madera, acompañado de cambios de iluminación – Doria deja todo el acento puesto en hacer brillar la composición actoral, y lo hace, como todas sus obras, desde el alma.
Teatro Tadrón