La otra piel fue presentada en el BAFICI y tiene el mérito de tener composiciones psicológicas de los personajes muy profundas y consistentes. Se destaca María Figueras por su fuerza escénica, encarnando a Abril, con una actuación que trasunta por la intensa emocionalidad de una mujer que siente la ausencia en su relación de pareja, y nos envuelve del enigma femenino frente a las diferentes formas de confrontarse con esa situación que la sumerge en una inmensa angustia. Abril hace tatuajes y los hace como si fuera una psicóloga que recibe a un paciente. Hay una escena maravillosa que condensa los signos principales de la película donde una clienta le pide hacer un tatuaje en su pecho para tapar una cicatriz, y ella le propone una flor (como tiene Abril tatuado en sus senos) o bien, como otra opción, que piense si quiere escribir alguna frase. Esta metáfora es la cuestión fundamental que impacta sobre la protagonista: ¿tapo mi herida para que “parezca” otra piel o me enfrento a mi soledad y me “reescribo” para construir otra piel en mí? Este interrogante me remite a Susana Sontag quien pensaba que amar “es como entregarse a ser desollado y saber que en cualquier momento la otra persona podría irse llevándose tu piel”. parecería ser la sensación a la que nos transporta la excelsa actriz María Figueras.
La película nos muestra de forma descarnada el sufrimiento de Abril, con primeros planos donde se explota las dotes actorales de la protagonista que despliega todo un abanico de emociones atravesando por sentimientos confusos, contradictorios y encontrados. Es una actuación que nos hace transitar el recorrido de vida de una mujer que llega a tocar fondo en su crisis de pareja y su crisis personal.
Abril decide hacer un viaje que parece responder a una huida pero en realidad, representa otro viaje, una búsqueda interior donde no podrá hallar ninguna respuesta fuera de ella misma, y por momentos, llegará a sentir que se re-descubrió y por momentos, parece sentirse totalmente perdida. Eso sí, nada permanecerá en ella igual al punto de partida…
Paralelamente, su pareja, protagonizado por Rafael Spregelburd, nos hace recorrer emociones extremas, desde la frialdad y una aparente indiferencia hasta el llanto contenido. El personaje, Octavio, es un director de teatro que está ensayando una obra. Allí se mezcla una porción de realidad porque la obra elegida por la directora Inés de Oliveira César es “La Terquedad” (obra de Rafael Spregelburd escrita, actuada y dirigida por él en el teatro Cervantes), y es en medio de los ensayos de su obra que Octavio está atravesado por la ruptura de su relación con Abril. Se escucha la voz de Rafael en off con los textos de “La Terquedad” que se insertan dentro de la película en la medida que transcurren algunas escenas y que, dentro del contexto de ésta historia de pareja, adquieren otro significado. Estos textos teatrales es uno de los recursos que dotan a las escenas de un valor poético dentro de esta historia otorgando la posibilidad de darle múltiples sentidos.
Parecería que Octavio lo que mejor sabe hacer es transformar en arte y puesta en palabras aquello que no tiene palabras: ser abandonado sin un adiós. La otra piel de Octavio se constituye en tanto él puede centrarse en los ensayos para llegar a estrenar su obra de teatro hasta el estreno- ¿El arte podría ser una forma de elaborar un conflicto para sanar un profundo dolor? Refugio y transformación.
La voz en off de los textos además podría re-presentar la voz que acompaña a Abril a lo largo de su viaje. Puesta en boca de sus pensamientos y reflexiones. Esto nos habla de un libro tan inteligente y atemporal como es “La terquedad” que, fuera de la obra de teatro e inscripto en el sub-texto de la película, contiene una deriva polisémica rica en diversas interpretaciones. A su vez, es el toque de humor de la película, ya que esa mezcla de ficcionalidad y realidad de los ensayos con los actores de esta descomunal obra y los entretelones que, son solo ficción ya que Octavio es un personaje y no es Rafael Spregelburd dirigiendo, desata carcajadas en los espectadores. El recitado de los textos de Spregelburd y el manejo de cámara (encuadres magníficos detrás de un vidrio, en ventanas, planos fijos…), es otro de los aciertos de esta película que dirige Inés de Oliveira Cézar con un acento puesto en el mundo femenino, y un elenco que acompaña a estos dos grandes actores: Spregelburd y Figueras que hacen una dupla muy potente, donde descolló además, el magnífico actor Pablo Seijo y Mónica Raiola.
La otra piel nos muestra en su máximo esplendor aquello que señala Lacan: la verdad tiene estructura de ficción.
Siempre hay otra escena detrás de la escena.