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EL MONTAPLATOS – Alejandro Vizzotti – Por Imanol García Sanin

Este lunes 15 de noviembre, pudimos presenciar la nueva puesta en escena de la compañía “De Carencia Virtú” en el teatro “El Tinglado”. La compañía opta por repetir al dramaturgo Harold Pinter, en esta ocasión la obra fue “El Montaplatos”, a diferencia del 2012 que montaron “Los Sketches de Revista.” Ambas obras son dirigidas por el director y actor, Alejandro Vizzotti quien decide que su dupla para la ocasión, Gus y Ben sean interpretados por las actrices con las que ya trabajó en la anterior obra de Pinter: Claudia Mac Auliffe, Sonia Novello.

Es una clásica comedia de lo absurdo, un diálogo que no es realmente el esperado para la situación de los personajes. Un diálogo banal, que brinda implícitamente información para entender el contexto.  Hasta que llega el elemento perturbador y la obra cambia radicalmente. Dos personajes completamente distintos, el típico contraste del personaje más serio, rígido con el personaje más inquieto, desconcentrado. Una química de claro disfrute y entendimiento por parte de las dos actrices que los encarnan en esta ocasión. Tanto aquí como en la previa obra de Pinter, Alejandro optó por cambiar el sexo de los personajes y que mujeres interpreten personajes masculinos. Está hecho magistralmente y con tal naturalidad que para quién no sepa que los personajes son originalmente dos hombres este hecho pasa desapercibido. 

Todo el equipo, arte, escenografía, fotografía, vestuario, dirección logran muy bien generar el ambiente abrumador, pesado, precario y oscuro que demanda la obra. El sonido muy oportuno siempre, el cual era básicamente ruido de objetos y en ocasiones música. Las luces siempre tenues, a excepción de ciertos momentos en los que la actuación y la luz se unían para generar comedia o tensión, fueron siempre certeras.

Al respecto del dinamismo muchas veces está muy bien logrado y otras no tanto. Lógicamente, la obra luego del elemento perturbador toma el ritmo natural y necesario para la misma, con grandes interpretaciones, mucha comedia física y comedia de las confusiones, juegos con los silencios y variación de ritmos. No obstante, antes del nudo, al tener un personaje totalmente estático y poco hablador, el dinamismo recae por un lado, en la puesta en escena que recurrió a movimientos de escenografía brindando nuevos planos, los cuales sirvieron mucho a la dinámica. Y por el otro, el personaje menos rígido, que fue bien interpretado con muchos movimientos y un constante palabreo. Aunque sin embargo, a veces sonaba monótono. Sumado a esto, las interacciones entre los personajes en ocasiones, perdían naturalidad, capaz la traducción no ayudaba con algunas expresiones poco frecuentes en nuestra variación del lenguaje. Igualmente, repito que está clara la experiencia y la química de estas dos actrices, que ya convivieron sobre las tablas.

 En conclusión si querés ver un clásico de la comedia de lo absurdo, es coherente recomendar la adaptación de “De Carencia Virtú”; donde se nota la experiencia de todos sectores de una puesta en escena. Con momentos de tensión, de risa e incluso de abrumación. La compañía nos invita a la dramaturgia del siglo XX, mezclando un teatro de ese siglo con toques del ahora. La sala del «Tinglado» se vuelve un microuniverso, tal como ese pequeño cuarto de la obra, donde el espectador, al igual que los personajes, se siente más cómodo dentro que fuera.

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