Esta pieza única, basada en la obra escrita por Ariana Harwicz en 2014, con la adaptación de Cristina Banegas, Ingrid Pelícori y Claudia Cantero, gira en torno a los aspectos más complejos de la relación madre-hija.
Las actuaciones soberbias de Pelicori (madre) y Cantero (hija), se juegan en un diálogo que por momentos son dos monólogos superpuestos, en los que hablan al unísono. Impacta por la fuerza y se empieza a percibir el sentido de lo trágico. Pero un aspecto de esta obra es la conversación entre ellas y otros, lo que se suscita, lo que sucede, lo que hacen. Madre e hija, sin edades, ya no les interesa.
La madre, siempre en camisón y deshabillé, le cuenta a su hija de su maternidad no sólo no deseada sino aborrecida, como si le hablara a una parte de sí misma. Su hija la escucha y busca salidas exogámicas de modo fallido con un hombre que ¿la salvaría?. No se salva si no salva también a su madre.
El clima agobiante da cuenta de un vínculo madrehija así, sin guiones, sin separación, todo junto, en el que una no puede pensarse sin la otra, jugando entre un sostén que no es tal y un desmoronamiento arrasante.
La débil mental aquí excede por completo las consecuencias del deseo materno, lo desborda. Este no aparece per se, supone un contexto de gran precariedad subjetiva, simbólica, social y económica, historias de abandonos y plagadas de culpas.
Profundamente perturbadora y con un humor ácido, se habla de la locura, de la simbiosis, de la ausencia de borde y de límite, con un discurso agresivo y una carencia total de ternura, dejando una sensación inquietante respecto de qué son, cómo deberían ser –si es posible- los vínculos madre-hija y cómo sobreviene el arrasamiento subjetivo.
“Te antieduqué…te anticrié”, le dice la madre a su hija, que va y viene con un triciclo de madera por el escenario, que a modo de fracaso del fort-da freudiano, da cuenta de que es posible irse cuando hay donde volver y otro espera. Si hay simbiosis, entonces, la ida es un desprendimiento de uno mismo: si no, el otro, la otra, aquí la hija, no existe. La hija soñada y pensada es La débil mental, depositaria de la fragilidad y locura materna.
La cama grande en el medio del escenario, la iluminación, la dramaturgia, las actuaciones, la dirección se amalgaman en un clima denso, complejo y a la vez fascinante de esta pieza.
La débil mental, lo mejor del teatro.
Teatro Area 623
Pasco 623, CABA.
Lunes 20.30